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Anécdotas (I): El tiempo pasa para todos

Hay momentos puntuales de la vida que se quedan grabados en la memoria, aunque realmente su valor sea insignificante en relación a otras ocasiones más relevantes para el ideario colectivo. Este recuerdo me lleva a mis quince años, cuando cursaba cuarto de la ESO. Fue el último año en que asistí a clases de matemáticas, ya que a partir de Bachillerato cursé Humanidades y posteriormente la carrera de Filología Hispánica. Nunca me ha resultado difícil enfrentarme a las ciencias o a los números, incluso puedo decir con cierta satisfacción que obtuve calificaciones de sobresaliente en ese último año, pero mi interés no se dirigió hacia el campo científico, sino hacia el campo humanístico (arte, letras, etc.), aunque siempre me he considerado una persona abierta a cualquier tipo de conocimiento humano, en toda su amplitud.

En esta ocasión, nos acercamos a uno de esos momentos en que la clase está en silencio, vuelan los bolígrafos por el papel y se nota cómo los alumnos meditan sobre las cuentas del examen. Es curiosa la trivialidad: un problema típico, averiguar la edad de un hijo dentro de cinco años, sabiendo la edad actual del padre y una serie de datos para realizar el algoritmo. Sencillo, aplicando la lógica y los conocimientos adquiridos. Y la profesora paseándose, como creo que debe hacerse, entre las mesas, vigilando, leyendo por encima (cosa que como alumno me ponía nervioso), y atenta a la situación. Justo acababa de terminar ese problema matemático, cuando al pasar por mi lado, tras un rato mirándome, declara ante toda la clase: El tiempo pasa para todos.

Varias cabezas levantadas preguntándose a qué se refiere, algunos se encogen de hombros, hay quien se atreve a preguntar que qué quiere decir. Nada, nada, que el tiempo pasa para todos, solo eso. Y yo regreso a mi examen... El tiempo pasa para todos. He pensado mucho en aquella frase desde entonces. Es una verdad rotunda. Es tan sincera que roza la solemnidad. Incluso tiene un deje enigmático, un punto de nostalgia. Quizás sea una realidad que ignoramos ocasionalmente. Recuerdo que cuando más he notado que alguien crecía, era cuando hacía tiempo que no lo veía.

A veces pienso que un profesor no debiera favorecer a nadie porque sí. No creo que lo hiciera conmigo, porque también se lo recordó a todos. Pero en cierta forma, no pudo evitar aquella forma sutil de recordarme que sí, que había sumado cinco años al hijo tras obtener el resultado final, pero que para mí, el padre seguía teniendo la misma edad y no le había sumado los cinco años que habían pasado.



1 comentario:

  1. ¡Lo sabía! Ese final... mi discurrir lógico-matemático solía cojear en cosas como esas y sí, yo también confundí eso en uno de mis primeros años de matemáticas. Ese fallo me canjeó un cinco raspado y me acuerdo que incluso lloré de la rabia. En fin...

    Espero que sepas que en realidad el tiempo no pasa igual para todos... Si ya lo dijo Einstein, que depende del sistema de referencia. Solo la luz va siempre a la misma velocidad, y se nota quien, como tú, desprende luz propia.
    Da igual los años que pasen.

    Un abrazo.

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